Puede parecer un chiste, pero es puro terror. Países que perminten la entrada de estas tecnologías que a la postre terminan siendo la puerta de entrada de tiranías socialistas.
No dejes de ver este vídeo donde hablamos en detalle sobre las experiencias a tomar en cuenta.
Son muchas las historias acumuladas en años, viendo países caer, moviéndome en el mundo de la tecnología. Extrañamente da la impresión que los gobiernos más novatos en estos temas no quieren aprender de los hechos ocurridos en otros países.
Es que cuando hay mucho dinero de por medio, a los políticos les importa poco mantener las instituciones medianamente saludables. Pesa más llenarse de favores y sobre todo comisiones.
No cabe ninguna duda. Estos proyectos de implementación de sistemas electrónicos electorales resultan verdaderas minas de oro. Tecnológicamente hablando son máquinas y equipos de medio-bajo rendimiento, con software libre en muchas oportunidades, me atrevería a decir que estas máquinas de votación son tan o más lentas que los cajeros automáticos de la década pasada, .
Aún así los precios son elevadísimos, eso equipos terminales oscilan desde los 5000 USD a veces tocando los nueve o diezmil dólares, todo depende no tanto de los proveedores sino de qué tan corrupto sea el gobierno de turno. En fin, un negocio jugoso para toda la cadena de parásitos empresariales y gubernamentales, el globalismo dándose banquete con el dinero de los contribuyentes.
No es de extrañar que el tiempo de aceptación gubernamental es inversamente proporcional a precio final de venta.
Por eso no se puede justificar a ningún gobierno, ni siquiera Filipinas el cual formó un escándalo mediático en el 2010 trás vivir en carne propia el fraude electoral de los venezolanos. No podríamos justificar a ningún político de ningún país, porque guste o no, suficientes evidencias habían para no comprar esa tecnología.
Guste o no, todos los gobiernos que aceptan esa maniobra de migrar al sistema electrónico electoral, siguen adelante porque a varios dentro del gobierno les parece atractiva la propuesta económica, léase bien: ECONÓMICA. Y no me vegan con que no sabían en Filipinas, Venezuela, Estados Unidos, Brasil, etc., que estaban comprando unas máquinas con procesadores de generación antigua a precios de lingotes de oro. Tampoco me vengan con el cuento del «valor agregado» que aportan estos proyectos.
Las cosas están a la vista, es solo dejar un poco el dogmatismo político de lado y de seguro el panorama se aclara inmediatamente.
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