Para bien o para mal, las promesas siempre tienen consecuencias. Particularmente, las promesas políticas que un «Dios» no cumplió pudieran convertirse hoy en desgracias para[…]

Para bien o para mal, las promesas siempre tienen consecuencias. Particularmente, las promesas políticas que un «Dios» no cumplió pudieran convertirse hoy en desgracias para[…]