Elecciones Colombia
Lo ocurrido el pasado 11 de marzo en Colombia en las consultas partidistas, sobrepasa, en mi criterio, cualquier límite posible. Hubo vicios de procedimiento electoral de toda índole. Pero les advierto de antemano. Si hablan con algún adormecido opositor, les va a decir que todo estuvo bien, que no hubo ningún problema.
¿Le parece poca cosa? De un momento a otro, aprobaron la impresión de FOTOCOPIAS de tarjetones para la ejecución de la consulta interpartidista.
El resultado ya NO importa, cuando el proceso NO es transparente.
Llevo años observando elecciones alrededor del mundo, pero es la primera vez que una aparente payasada se convierte en pesadilla.
Resulta que, el organismo electoral en ejercicio de sus funciones, se inventó una figura bizantina, estrambóticamente anormal. Un artifugio extremista, fuera de lógica. Todo esto para solucionar, lo que pareciera ser un «imprevisto» en el proceso electoral (nótese las comillas).
Todos estarán de acuerdo conmigo que la realización de un proceso electoral lo podemos enmarcar dentro de un gran proyecto. Complejo por cierto.
Verán, para explicar este enredado panorama, debo recurrir a conocimientos de manejo de proyectos (PMI – Project Management Institute). En gerencia de proyectos, existen 2 razones fundamentales, que pueden alterar el normal curso de la ejecución del mismo:
- Nos referimos a los –imprevistos– como aquellas situaciones que por su naturaleza no fue posible prever cuando se hizo la planificación del proyecto;
- Utilizamos la palabra –riesgos– a aquellas situaciones que se pueden identificar durante la planificación de un proyecto.
La diferencia principal entre ambos es, el grado de predicción que tuvimos sobre ellos (antes de arrancar la ejecución, en este caso el día domingo de elecciones). En el caso de los imprevistos, no tengo un plan de acción concreto asociado, salvo una reserva de presupuesto, precisamente porque desconocíamos que existiese esa posibilidad. Pero en el caso de los riesgos, en teoría, los tengo identificados desde el inicio. El gerente de proyectos tiene el deber de definir una estrategia (un plan) correspondiente, previendo las acciones, en caso de que dicho evento se materialice. Los riesgos se identifican, pero además se ponderan de acuerdo a dos parámetros (variables):
a) la probabilidad de ocurrencia del riesgo;
b) el impacto del riesgo al proyecto, en caso de materializarse.
La combinación de ambas variables, permite tener una idea cualitativa y cuantitativa de la importancia de cada riesgo, para los propósitos del proyecto. Hay riesgos por supuesto más importantes que otros, razón por la cual existen cuatro estrategias para el manejo de los riesgos, en caso de materializarse:
-
Evitar: cambiar las condiciones originales planteadas, para eliminar totalmente el riesgo identificado.
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Transferir: trasladar el impacto negativo del riesgo hacia un tercero.
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Mitigar: llevar a cabo acciones concretas que disminuyan, o bien la probabilidad de aparición de la amenaza, o bien su impacto si acaba materializándose.
-
Aceptar: no cambiar el plan original, no hacer nada y permitir que el riesgo se materialice.
¿Cómo lo llamamos, fraude o acuerdo para violar la trazabilidad del voto?
Lo más bizantino de la situación, es que un gerente de proyecto jamás atentaría contra su proyecto creando artificialmente un riesgo. Mucho menos un riesgo de alto impacto. Eso sería una ingenuidad por parte del responsable o algo tenebrosamente perverso.
Pues bien, eso es lo que ocurrió el pasado domingo. Así como lo leen. La Registraduría desde el 19 de febrero tenía prevista la posibilidad de faltante de tarjetones (!?), razón por la cual lo plasmó en un documento oficial, véalo a continuación.
https://twitter.com/GiuseppeNoc/status/972937377453871105
En lugar de hacer una planificación normal del riesgo (eliminándolo), la Registraduría asumió desde inicio, que habría posibilidad de faltantes (creación artificial del riesgo). En consecuencia, emitió una nueva «normativa» para -fotocopias de tarjetones- . Todo esto para manejar el riesgo que ellos mismos habían acabado de crear (aceptando la ocurrencia del mismo).
Absurdo al extremo y muy loco desde el punto de vista de proyectos, ¿no creen?
Y hago la aclaración de que es un riesgo creado artificialmente. Dejo claro que la Registraduría, jamás podrá alegar que fue un imprevisto. Si hubiese sido un imprevisto, la ciudadanía sabría que el organismo no tuvo culpa (por ejemplo si hubiese caído un rayo simultáneamente en una fracción de mesas, quemando los tarjetones).
En cambio fue un riesgo, que pudo haber sido planeado mejor, pero además un riesgo que debería haber sido eliminado de entrada, imprimiendo suficiente tarjetones y distribuyéndolos de la forma correcta.
Pero el tema no termina en la Registraduría. Para mí es difícil creer que los partidos (TODOS) desconocían tal medida adoptada el 19 de febrero de 2018.
Así que a pesar de que todos fueron avisados y documentados con suficiente información de parte nuestra, manera tal de prevenir un posible fraude electoral, surge ahora la pregunta: ¿cómo aceptaron los partidos tal desproporcionada medida, por cierto inconstitucional?
¿Por qué la fotocopia esta MUY MAL?
Uno de los pilares fundamentales de la democracia es el voto y con él, la transparencia electoral. Si el voto no es confiable y no hay transparencia, la democracia no es confiable. Los tarjetones generalmente poseen un serial o código de barra consecutivo. Este permite lo que en logística se conoce como la -trazabilidad-. Se tiene una base de datos de distribución de dichos códigos a lo largo y ancho del territorio nacional, en las distintas mesas de votación.
En el caso del voto, si bien es cierto que hay que mantener el secreto del mismo, también es cierto que hay que CONTROLAR el universo posible de papeletas, dentro del universo de posibles electores; en pocas palabras, autorizando la impresión indiscriminada de fotocopias ya no es posible garantizar la premisa de -un elector un voto-, no es posible controlar la veracidad de la información, ni hablar de la cadena de custodia y por lo tanto hay un vicio intrínseco en el procedimiento.
¿Hubiese sido tan costoso eliminar el riesgo por completo?
Lo ocurrido en Colombia el 11 de marzo de 2018 no solamente es anormal, sino que por cuenta de una elucubración mental, crearon un riesgo que JAMÁS DEBIÓ EXISTIR.
Me explico.
El costo de un tarjetón en las condiciones de negociación de los contratos electorales, puede rondar los 300-500 pesos aprox. Imprimir suficientes tarjetones de consulta, suponiendo el peor caso (todo votante que llegase a la mesa de votación lo solicitase), implicaría apenas la impresión de unos pocos millones de tarjetones adicionales (adicional a los 30 millones que indicó la Registraduría). Esto representaría un incremento de presupuesto muy bajo comparado con la totalidad de recursos necesarios para la ejecución de la jornada del domingo, como un todo.
Realmente, insisto, en mi opinión no hay ninguna disculpa que valga. Esto suena y se ve como una especie de acuerdo para confundir y manipular, pero además prepararnos para algo más macabro.
Lo peor está por venir: las consecuencias.
https://twitter.com/GiuseppeNoc/status/972937377453871105
Lo peor para Colombia, es que deja la puerta abierta a toda clase de incautos, aves de rapiña, socialistas, comunistas. Seguidores de George Soros, empezarán una batalla mediática para impulsar la pésima idea de la votación electrónica.
Así es. Ahora los colombianos van a tener que aguantar a todo el aparato globalista mundial. Esto incluye los mequetrefes latino americanos, ansiosos por la implementación de la trampa del voto electrónico. Definitivamente, muchos colombianos aún no se dan cuenta que el Foro de São Paulo no da puntadas sin dedal.
Llamados que no se han hecho esperar. Asesores del CNE local ya están recomendando la aberración del voto electrónico.
https://twitter.com/GiuseppeNoc/status/973967546742398977
Pero también personas desde el exterior, empiezan a realizar la presión de forma sincronizada.
Como dije antes, el FORO DE SAO PAULO NO DA PUNTADAS SIN DEDAL.
¡¡¡¡Colombia despierta!!!!
Se les advirtió y se sugirieron medidas para impulsar transparencia y NO hicieron caso.